Diario 8ª etapa

                       Jueves 08/07/04

             El móvil suena a las 6h y 45 min, aunque antes ya había sentido al peregrino de la respiración ruidosa. Los restantes peregrinos que quedamos en el albergue (los dos granadinos, los cuatro mayorquines y yo), nos levantamos al mismo tiempo. Recojo y me visto, y antes de salir nos hacemos unas fotos todos juntos, en el jardín de Calixto y Melibea, que es donde se encuentra el albergue. Tras despedirme de los compañeros mayorquines (ellos se quedan todo el día en Salamanca), ya que probablemente no volveremos a coincidir, me pongo en marcha y, tras pasar la Plaza Mayor, me paro a desayunar en un bar de la calle Zamora, y de nuevo al camino. A partir de aquí, siguiendo los consejos de Paca y Salva, voy a seguir las indicaciones de la Guía Fonseca.
            Tras dejar atrás el campo de futbol del Helmántico, retomo el camino y paso por Aldeaseca de Armuña,Castellanos de Villiquera y Calzada de Valdunciel y a partir de aquí, llega la agonía; el camino discurre paralelo a la carretera general 630, pero no es ciclable ya que estaba arado, por lo que no me queda otra opción que el arcén de la general. Al pasar los camiones, el aire me tiraba a la cuneta, por lo que continuamente rezaba para que no pasasen; a la menor posibilidad me salía al camino, aunque fuese solo por unos metros. En este plan, llego al Cubo de la Tierra del Vino, primer pueblo de la provincia de Zamora, sobre las 11 de la mañana. Me paré un momento en la iglesia, para verla y saludar al párroco ( D. Blas). pero no se encuentra allí, por lo que de nuevo en camino; ahora el viento sopla casi en contra, por lo que el camino se hace algo más duro. La salida del Cubo se hace bordeando la vía del tren, por un bonito camino, pero poco después, tras una extraña señal en forma de "S", y que es correcta, nos separamos de la vía, haciéndose el camino más monótono y feo. Adelanto a un peregrino a pie, y un poco más adelante, al atravesar un arroyo, adelanto a otro. Finalmente llego a Villanueva del Campeán. Busco el Bar Jambrina, recomendado en la guía de Sevilla, pero al parecer ha cambiado de dueño y de nombre. Ahora se llama bar Vía de la Plata, donde me atienden de fábula, y a continuar la marcha; a las 14h y 30 min. entraba en Zamora por el puente medieval sobre el río Duero.
             Visito la Catedral, el castillo, rúa de los Notarios, rúa de los Francos, la Magdalena, San Ildefonso, etc., todo por fuera, ya que dada la hora, estaba todo cerrado.Después la almorzar en uno de los bares de la ciudad. Tras el reparador almuerzo, me pongo en camino y visito la Plaza Mayor, donde tomo café y veo las escultura de MERLÚ. Sigo y salgo de Zamora por la cuesta de la Morana y por la carreteera de la Hiniesta.
             A partir de aquí, primeo Roales del Pan, con una bonita iglesia y con un curioso monumento dedicado a la Vía de la Plata. Aquí me sorprenden los nombres de las calles: Generalísimo Franco, José A. Primo de Rivera, General Sanjurjo, etc. y en la iglesia, una placa con los nombres de caidos por Dios y por la patria. La cosa no queda aquí, ya que al llegar a Montamarta, sigue la misma tónica en cuanto a las calles. En este pueblo me paro a preguntar por un albergue u hostal y, estando hablando con un grupo de gentes, se me echa encima un muchacho con un tractor, y cuando está casi encima, frenazo y derrapada, todo acompañado de sonrisa y mirada desafiante. Tras mucho preguntar, me mandan a un hostal que que se encuentra en la carretera N-630, un par de km antes del pueblo, por lo que he de volver atrás (¡Que gracia!). En el albergue hay dos chicas inglesas que también hacen el camino y a las que no llegué a ver.Tras descargar, atravieso la carretera y, en una gasolinera frente al hostal, le doy un manguerazo de agua a presión a la bici (al día siguiente la engrasaré).
            Vuelvo al hosta, y me doy una buena ducha, y después hago la colada. Me tiendo en la cama y me pongo a escribir el diário. De aquí no me muevo hasta la hora de la cena.
            Hoy no me he perdido, aunque he visto muy pocas flechas amarillas. La guía de Fonseca, de momento, es magnífica, aunque me parece que me ha traído por caminos algo diferentes y puede que por eso haya visto tan pocas flechas. Ya veremos.

            La cena exquisita. Una sopa de verduras realmente magnífica, un filete de ternera acompañado de una ensalada, una cerveza sin alcohol y un helado.
            Antes de las 22,30, en la cama.

                                                  
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