Diario
3ª etapa
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Sábado 03/07/04
Esta
mañana el despertador (reloj y móvil) han sonado a las 7; mientras
me visto, recojo y desayuno, cuando voy saliendo, son casi las 7,45 h; mientras
cargo las alforjas en la puerta del hostal, observo a uno de los camareros,
que está regando la explanada frente al hostal, y aprovecho para darle
el primer manguerazo a la bici y un buen engrase, todo esto a la vista de una
excursión de muchachos que se han bajado del autocar, y miran curiosos.
Localizo
pronto el camino y circulo ràpido por caminos polvorientos y sin grandes
desniveles; a pesar de la escasez de flechas, circulo bien hasta llegar a la
carretera para después alejarme de ella. Poco después, al cruzar
un arroyo, observo que éste no viene en el mapa, por lo que deduzco que
he perdido el camino. Haciendo memoria, recuerdo una flecha en una cancela que
quedaba a mi izquierda, ante la cual dudé si seguir de frente o girar
a la izquierda, optando por lo primero, por lo que pienso que fue allí
donde me desvié.
Ante
la disyuntiva de volver atrás o seguir de frente, elegí esto último,
buscando un camino a la derecha que me llevara hasta la N-630, de la cual no
podía estar lejos. Llegué a una carretera y por ella a la nacional,
y circulando por ella recibo la llamada de Inma, la cual se extraña
por el gran ruido que se oye, y al explicarle que se debe al tráfico,
se asusta un poco por mi presencia en la carretera; le explico a qué
se ha debido, y se tranquiliza un poco. Al poco rato entro en Zafra y
siguiendo las indicaciones de la Guía de la Asociación de Sevilla,
pregunto por la Torre de San Francisco, por donde he de salir. En una
avenida me encuentro con otro peregrino a pie (extranjero) que se encuentra
un poco perdido, y como no entiende el castellano, aún está en
más dificultades. Le alumbro el camino, y sigo el mio. Cuando salgo de
Zafra, llamo a Inma, para tranquilizarla.
Por
buen camino, y en subida, cruzo la Sierra de los Santos y tras un rápido
y corto descenso, entro en Los Santos de Maimona y paro a desayunar en
un bar que resulta ser de una persona muy entregad y comprometida con "el
camino" Casimiro Gordillo, donde me atienden de fábula, amenizada
de una agradable conversación. Allí coincido con otra persona
que resulta ser miembro destacado de la Asociación de Sevilla, y que
ha hecho el camino en dos ocasiones. Estando de chrla, se me caen las gafas,
saliéndose uno de los cristales; Casi me indica que hay una óptica
unos pasos más atrás, y allí una chica me arregla las gafas
en un momento, negándose a cobrarme nada. ¡Muchas gracias!
Retomo
el camino y poco antes de entrar en Villafranca de los Barros, en una
marña de carretera y autopista, observo una flecha que cruza una alambrada
de la autopista y por allí me meto, circulando una rato paralelo a la
nacional, y es aquí dónde me encuentro con los cuatro ciclistas
mallorquines que circulan a muy buen ritmo por la nacional.
Tras
cruzar el pueblo, y hacerme una foto, prosigo el camino, dispuesto a afrontar
el siguiente tramo, que con, casi 30 km, me separa de Torremegía.
Teniendo en cuenta la hora (12,30 h.) y que en ese camino, apenas encontraré
una sombra, sospecho su dureza. Al principio el camino "trastea" campos
de cultivos y la orientación se hace un poco complicada, si bien favorecida
por el terreno llano, después tomo un camino completamente recto, sin
un solo árbol, y solodistraido por el cruce de dos carreteras, en una
de ellas, estando descansando a la sombra de un monolito de información
de la Junta, recibo la llamada telefónica de mi hija Helena. Me
emociona su llamada a pesar de hacer solo tres días que salí de
casa.
Llego
a Torremegía cerca de las tres, no pudiendo pasar bajo las vías
del tren, ya que el paso está completamente embarrado, por lo que busco
un paso elevado y tras cruzar entro en el pueblo. Dada la hora, pregunto por
un albergue donde poder comer y dejar pasar las horas del mediodia. Me indican
que existe uno y me dirijo allí. Es un bonito edificio de piedra antiguo,
pero más que un albergue, parece un bar. Allí me dan de comer
con muchos problemas, ya que hay mucha gente que celebran una comida de empresa
o algo similar; después del almuerzo, la sobremesa la hago en un salón
con televisión y algunos jóvenes en animada charla. Me entero
de que hay una piscina, y decido acudir allí a darme un chapuzón,
y allí me tiendo hasta las 18 h que me pongo en camino de nuevo.
Por
buen camino, y sin dificultades, llego a Mérida a las 19 h. Cruzo el
puente romano y empiezo la odisea para buscar alojamiento. Usando la guía
de Sevilla, busco alojamiento en varios hostales, pero todos están llenos
debido a que es sábado y la ciudad está llena con motivo de las
actuaciones de teatro en las ruinas del teatro romano. Vuelvo al puente
romano, y justo en su salida existe un quiosco-bar, donde pregunto y tanto el
camarero, como un cliente, se desviven por ayudarme, y cada uno con la guía
de teléfonos y nuestros móviles, nos dedicamos a llamar a difeentes
hostales, hasta que damos con uno. Mis más afectuoso agradecimiento
a esas amabilísimas personas.
Tras
alojarme, ducha y colada, y salgo a dar un paseo por la ciudad, hago algunas
compras y a cenar. Tras la cena, le pregunté al camarero por la ruta
del día siguiente, pero me contestó con evasivas, el muy malaje.
Pero al salir del bar, me encuentro con un señor, y este, no solo me
orientó de cuál era la mejor opción, sino que se brindó
a enseñármela, y después me acompañó hasta
mi hostal. Repito mis anteriores palabras, mi más enorme agradecimiento.
Las personas así, hacen bueno el mundo.