Diario
14ª etapa
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Miércoles
14/07/04
Anoche,
mientras hablaba con los peregrinos a pie, me estuvieron contando que, a buen
paso, para recorrer los 16 km que me restan para llegar a Santiago, sería
necesario emplear entre 3 y 4 horas. Como además, quiero llegar con tiempo
suficiente para dejarlo todo en algún albergue u hostal antes de ir a
la misa de peregrinos de las 12 de la mañana, decidío poner el
despertador a las 6 de la mañana, con la idea de estar de camino antes
de las 7.
Así
lo hago, y cuando a las 6 suena mi móvil,
empiezan a moverse también todos los peregrinos. A las 7 menso 5 minutos
voy saliendo del albergue, y como éste está en medio de la sierra,
no puedo desayunar, así que saco una botella de acuarius de la máquina
de refrescos y me pongo en marcha.
Al principio
voy bastante rápido, teniendo en cuenta que voy arrastrando la bici cargada,
pero después , a medida que el tiempo pasa, el ritmo va decreciendo algo.
El camino transcurre por un terreno rompepiernas, con cotinuas subidas y bajadas,
en alguna de las cuales tuve la tentación de montarme en la bici y dejarme
llevar por la pendiente, cosa que conseguí no hacer.
El camino
discurre por pistas anchas entre eucaliptos, y algunos tramos de asfalto. Llegado
al cruce con una carretera que a la derecha lleva al Pico Sacro, decido
no subir y prosigo el camino a la izquierda. Poco después llego
hasta un cruce de caminos asfaltados con un bonito "cruceiro",
donde giro a la derecha, tal como marca el mojón. Ya en esta zona,
el paisaje cambia radicalmente,dejando paso los eucaliptos a zonas de prados
y de labor, abundando las viñas, y predominando las pistas asfaltadas.
Paso Rubial y me meto de nuevo en pistas, entrando en una zona muy bonita,
paso bajo las vías del tren y poco después atravieso un río
por un puente.
Poco después
me acerco a la N-525, y en sus cercanías y por la derecha continua el
camino. Atravieso los pueblos de Deseiro, A Susana, Cañoteira, Aldrey,
Vixoi y Piñeiro, para a partir de aquí, el camino se
separa de la nacional. Poco después inicio una fuerte subida que prácticamente
me deja en las puertas de la meta. Tras pasar bajo la carretera y bajo las vías
del ferrocarril, cojo la Rua Camiño Real de Angrois por el que
entro en ¡ SANTIAGO DE COMPOSTELA!. Cojo una calle empedrada en
descenso llamada Calzada do Sar (una auténtica calzada medieval),
desde el principio de la calle se tiene una bonita imagen de la Catedral. Son
las 10 de la mañana. Hago algunas fotos y de repente, la cámara
deja de funcionar, por lo que en la primera tienda que veo, compro una desechable.
Paro en el
primer bar abierto que veo a desayunar, ya que hasta ahora solo he tomado el
acuarius y algo de agua, y prosigo el camino. La verdad es que la entrada en
la ciudad es un poco decepcionante, ya que toda esta parte está en obras,
y los barrios que atravieso están muy descuidados. Tras una fuerte subida,
entro en el barrio antiguo por la Puerta de Mazarelos, y tras pasar por
algunos hostales, al fin veo uno que me gusta, por lo que entro. Una chica se
encuentra tras el mostrador y le pregunto:
-
Buenos días, ¿tenéis alguna habitación libre?
Tras
consultar con su ordenador, me contesta:
- Si
es para esta noche solo, tengo una, pero está disponible a partir de
las 12, ya que han de arreglarla.
- Me
parece bien, siempre que pueda dejar la bici guardada, y pueda cambiarme de
ropa en algún servicio.
Me indican
un salón, donde dejo la bici y saco la bolsa de aseo y algo de ropa,
y entrando en un servicio, me aso un poco y me cambio de ropa, ya que no quiero
entrar en la catedral en ropa de ciclista y en marcha de nuevo. Llego a la Plaza
del Obradoiro, donde a esa hora hay muy poca gente y me detengo frente a
la Catedral. La verdad es que nunca me planteé cuáles serían
mis sensaciones cuando llegara; mi reto, mi meta, era llegar y nuca pensé
en lo que sentiría al hacerlo. Pero una vez allí, sentí
una gran tranquilidad y calma, así como una profunda emoción que
me formaba un nudo en la garganta, y que me impedía hablar, a riesgo
de romper a llorar (menos mal que no tenía con quien hacerlo). Pero sin
duda, es en este momento, cuando más necesité algún compañero
con el que compartir la alegría.
La puerta
del Pórtico de la Gloria está cerrada; paso por la Plaza
de las Platerías y me acerco a la Oficina del Peregrino. Allí
me sellan la credencial y, tras preguntarme el nombre, me entregan la "compostela"
y observo, como en la planta baja, muchos ciclistas dejan allí sus bicis;
allí mismo se encargan de mandar tu bici a casa, a precios módicos.
Nada más salir de allí, recibo la llamada de Inma, mi mujer,
y con toda la alegría, le comento:
-
! INMA, YA HE LLEGADO ! -, le comento con gran alegría, y trato
de describirle mis emociones, así como el ambiente reinante en el lugar.
Tras la charla
me acerco a la catedral, y entro por el Pórtico de la Gloria,
y tras dejar la huella de mi mano en el Árbol de la Vida en la
que tantos otros peregrinos lo han hecho antes que yo, y dar los tres "coques"
al maestro Mateo, entro. La catedral está completamente llena;
los peregrinos con sus mochilas abarrotan bancos y pasillos; en este momento
se está celebrando un acto penitencial comunitario, al mismo tiempo que
una enormidad de sacerdotes se dedican a dar la confesión. Me arrodillo,
en un hueco, y doy gracias a Dios y al Apostol, por haberme traído hasta
aquí. Después la misa; en ella dan el número de peregrinos
que entran en la ciudad por los distintos caminos, y es curiosa la proporción
existente entre los que entran por el Camino Francés y los que
lo hacen por la ruta de la Plata o Camino Mozárabe. Aquel día,
hasta las 11´30 horas de la mañana, habían entrado más
de 400 peregrinos por el primero, y solo 5 por el segundo.
Después
de la misa, visito a la tumba del Apóstol y doy el tradicional abrazo
a su imagen. Tras esto, me dedico a deambular por los alrededores de la catedral
en busca de los típicos regalos para la familia, y tras un par de riquísimas
cervezas, tomadas con calma en una de las terrazas de los muchos bares y restaurantes
de la ciudad, busco uno que me guste para almorzar. Mientras lo hago, pienso
en como volver al hostal, ya que salí de él con tantas prisas,
que no tomé nota del nombre ni la dirección del mismo. Pero si
he llegado hasta aquí, ¿no voy a ser capaz de dar con el hostal?
Doy
con él, y tras descargar las alforjas y darme una buena ducha, me acuesto
a dormir la siesta. Sobre las 17,30 horas, me despierta el móvil. Es
mi amigo Gregorio interesándose por mí, y cuando le cuento, se
alegra enórmemente, y me comenta que el sábado 24 sale él
para hacer, con un amigo que se lo ha propuesto, el Camino Vasco. Le
deseo toda la suerte que he tenido yo, y le comento que ya lo llamaré
para interesarme por él.
Tras
la llamada, ya no puedo dormir más, así que, tendido en la cama,
me dedico a escribir el diario un rato, así como a localizar en el mapa
de la ciudad, la estación de autobuses; así mismo llamo por teléfono
a la empresa Alsa para interesarme, sobre horarios a Sevilla, sobre
si podía transportar conmigo la bicicleta, etc. Me comentan que sale
un autobús a las 7,30 de la mañana y en cada viaje admiten un
máximo de tres bicis, y al preguntarles si para el autobús de
mañana tendría plaza, me comentan que de momento si, por lo que
decido llegarme hasta la parada para comprar el billete.
Me visto,
y dando un paseo llego hasta la parada de autobuses, donde compro el billete,
abonando además un extra por el transporte de la bici, y hago hincapié
en que hagan constar en el billete que llevo la bici (no quiero sorpresas mañana
por la mañana). De nuevo, dando un paseo, me vuelvo al centro, donde
sigo curioseando y haciendo las últimas compras. Despés me dedico
a observar las cartas de los restaurantes, y elijo uno donde tomarme una buena
mariscada regada con abundante cerveza y un buen vino de Ribeiro (creo que me
la he ganado).
Tras
la cena, me voy dando un paseo hasta el Hostal; aquí me dedico a escribir
el diário y a las 11,30 estoy en la cama, ya que mañana el despertador
sonará a las 6, pero me resulta imposible conciliar el sueño;
mis pensamientos vuelan de una cosa a otra con gran rapidez y en mi corazón
se mezclan principalmente dos sensaciones:
- Un
gran vacio por haber finalizado esta empresa en la que he volcado todo mi empeño
durante casi 6 meses.
- Una gran
alegría por haber sido capaz de realizarla con éxito.
Pero,
sobre todo, hecho de menos alguna compañía con la que compartir
todas estas emociones. Sin duda, creo no equivocarme si afirmo que la soledad
ha sido el principal obstáculo.
A
las 2,30 de la madrugada, aún continuo despierto; ya dormiré otro
día.