Diario
12ª etapa
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Lunes 12 /07/04
Hoy
he puesto el despertador un poquito más tarde, a las 7 horas y 15 minutos.
Se nota que cada día que pasa, el cansancio va haciendo mella, y me voy
haciendo un poco más perezoso; además, la etapa de ayer fue muy
dura. Cuando me levanto, los peregrinos que comenzaban hoy, ya hacian rato que
se habian marchado, y los otros, ya estaban levantados y a punto de marcharse.
Tras las despedidas de rigor, van saliendo a las 8. Yo me entretengo un poco
más y después de preparar el equipaje, me acuerdo de que anoche
no escribí el diario, por lo que lo hago ahora. Cierro el albergue, y
tras ponerme en camino, me acuerdo de que no había tomado nota del teléfono
de una empresa (estaba en el tablón de anuncios del albergue) que se
dedicaba a transportar las bicis de los peregrinos a casa, por lo que me volví
a anotarlo por si fuese necesario. Tras dejar las llaves y despues de parar
desayunar, voy sliendo siendo las 9 de la mañana.
Anoche,
mientras cenabamos, comentaba con los peregrinos que mi idea era hacer la subida
a A Alberguería por carretera, ya que todo lo que había
leído, indicaba que por camino era intransitable para bicicletas y menos
con alforjas (sube un desnivel de 500 metros en menos de 5 km) y ellos deciden
hacer lo mismo.
Salgo
de Laza y tras pasar por Soutelo Verde, llego a Tamicelas,
con la idea de a partir de aquí, coger la carretera. Pero como "el
hombre propone y Dios dispone", resulta que Él me tenía
reservada para hoy una sorpresa. Resulta que desde este pueblo no puedo enlazar
con la carretera, por lo que, o vuelvo atrás 3,5 km. hasta Soutelo, o
bien subo por caminos. Decido esto último, y ayá que voy.
La subida
es preciosa, sobre todo al principio, pero durísima. Llega un momento
que es imposible subir montado y aún menos con alforjas. Doy tres pasos
empujando la bici y tengo que para a respirar con el freno de la bici pillado,
cuando suaviza un poco me monto, pero no consigo andar más de 30 o 40
metros. Así durante 5 km. Tardo hora y media larga en hacer la subida.
Al llegar
al alto, entrando en A Alberguería, veo a los compañeros
con los que pasé la noche pasada en el albergue, y tras los saludos de
rigor, y estando haciendo unas fotos juntos, se nos acerca el dueño de
un pequeño bar que nos invita a entrar y descansar un rato; así
lo hacemos, y quedamos sorprendidos, ya que tiene todo el techo cubierto de
vieiras con los nombres, procedencia y fecha de los peregrinos que han pasado
por allí, así que, tras entregarnos unas a nosotros, cumplimos
con el ritual, al tiempo que nos ponemos morados de queso y chorizo, acompañados
de pan y buen vino. Yo empecé tomando zumo, por eso del deporte, pero
acabé dándole un "tiento" al vino. Fue muy curioso,
ya que el dueño puso encima de la mesa un cuarto de queso, varios chorizos,
unas navajas, varios vasos y un par de botellas de vino y cada uno bebió
y comió lo que le apeteció. Excelente calidad, buen trato y mejor
precio. ¡Muchas gracias!
Tras
las despedidas reiteradas, continuo el camino aún en ascenso hasta llegar
al monte Talariño con su cruz de madera, y desde aquí,
en fuerte descenso, hasta Vilar do Barrio, a donde llego sobre las 12
de la mañana, y donde no paro, para atravesar una larga y monótona
llanura correespondiente al desecado lago de Antela, convertido
hoy en un terreno de cultivo de regadío. A la salida de Gomareite,
adelanté al otro grupo de peregrinos que iniciaron su peregrinación
en Laza y con el que compartí albergue.
Llego
a Bobadela; a partir de aquí el camino y el paisaje cambian, y
me introduzco en un camino que atraviesa un bonito bosque de robles, en el que
los helechos lo cubren todo, incluso un camino empedrado (Verea de Santiago),
con el consiguiente peligro para circular en bici. Alternando caminos mejores
(para ontar en bici) con tramos de la llamada Vera de Santiago, llego hasta
Xunqueira de Ambía, llegándome al albergue, donde
me encuentro con dos peregrinos sevillanos que hacen el camino a pie (padre
e hija). Como solo son las 13 horas y 30 minutos, decido continuar y parar a
comer en uno de los muchos pueblos que hay antes de llegar a Ourense.
Alternando
caminos y carreteras, voy atravesando pueblos y a unos 15 km. antes de llegar
a Ourense, paro a comer. Tras un pequeño descanso (el tiempo de tomar
un café, y ver en la tele del restaurante algunas noticias), me vuelvo
a poner en marcha; algunos de los tramos que atravieso, son muy bonitos, pero
como casi todos los caminos gallegos, apenas si son ciclables, por lo que continuamente
he de parar y echar a andar.
Cuando
voy entrando en Ourense, en una bajada con mucha gravilla suelta, tengo
el único percance importante de todo el camino, ya que me voy a tierra,
con el resultado de la rodilla derecha bastante ensangretada y muy dolorida.
Me hago una cura de urgencia y continuo. Al principio, el camino está
bien señalizado (aceras, farolas, papeleras, etc), pero llega un momento
que pierdo el camino. Me indican la ubicación del albergue, pero decido
continuar, y me harto de dar vueltas buscando el camino.
Hay
que tener en cuenta que la salida desde Ourense se puede hacer por dos lugares
distintos: por Amoreiro (subiendo la Costiña de Canedo)
y por Tamallancos (subiendo por Cudeiro y Sarténdigos).
Yo voy ha hacer éste último, ya que es el camino marcado por la
Ruta del Camino Fonseca, que es el que, principalmente, voy siguiendo
desde Salamanca. Algún ciclista con el que he coincidido después,
me ha dicho que el otro camino es más bonito y más duro. Puede
que sea así, pero yo pienso que más bonito, podrá ser,
pero más duro lo dudo. De todas formas para poder opinar tendría
que haber hecho ambos, y ni él ni yo lo hemos hecho.
Harto
de dar vueltas para salir del dichoso Ourense, un cilista, me indicó
el camino. Al principio mi idea era salir por carretera, huyéndole a
la "costiña" (cuesta) de Cudeiro, pero al parar en la gasolinera
que marcan las guias, uno de los empleados me dice que es mejor el camino que
la carretera (imposible) y me regala un Red Bull (por eso
de que da alas) deseándome suerte. Me pongo en marcha, y ¡HORROROSO!,
a pesar de que a trozos está enlosado con losas de granito, creo que
es peor incluso que la salida de Laza (subida a A Alberguería). Después
de casi 1 hora , por supuesto de empujar la bici, llego a arriba, habiendo tenido
que aguantar los comentarios jocosos de los transeuntes; después el camino
suaviza, pero nunca se llega a llanear, sino que cerro arriba y cerro abajo,
hasta llegar a Tamallancos.
Mi
intención era hacer noche aquí, máxime cuando he llegado
hasta aquí "listo de papeles", como dicen en mi pueblo,
pero una vez más los planes no salen, ya que el hostal (que marca la
guía de Sevilla), donde pensaba quedarme, está cerrado hace tiempo.
Por tanto, no me queda más remedio que continuar hasta Cea, lo que hago
ya por carretera, ya que las fuerzas están justas; pero una vez que llego
a Viduedo, huyéndole al tráfico de la carretera, aprovechando
que el camino atraviesa aquí la general, me vuelvo a meter en él,
llegando al albergue de Cea,sobre las 19 horas y 40 minutos.
El albergue
es bastante bueno y nuevo, y en él hay 6 peregrinos. Lo curioso es el
sistema de luces y de duchas, que tiene. Así, funcionan según
la posición en que estés. Yo me quedé a oscuras unas pocas
de veces mientras me duchaba. Después me curé la rodilla a fondo
(limpiez, betadine, antiinflmatorio, etc), y a cenar, dando una vuelta por la
ciudad para conocerla. Vuelvo al albergue y me pongo a escribir el diario y
a repasar el registro, donde los peregrinos dejamos nustra constancia, y termino
sobre las 10 y media, con todo el mundo ya acostado y dormido.