Diario
10 ª etapa
|
Sábado 10 /07/04
A
las 8 de la mañana me pongo en marcha, después de un buen desayuno
(café, tostadas, mantequilla y mermelada). Rápidamente me pongo
en Santa Marta de Tera; me paro en su iglesia para ver la margen de Santiago
Apóstol vestido de peregrino más antigua. Se encuentra por detrás,
en la Portada junto al cementerio.
A partir
de aquí, bordeando canales que convierten esta tierra en un vergel, y
por un camino completamente llano, llego a un puente sobre el río Tera,
por donde cruzo y donde existe una playa fluvial bastante bien montada y un
camping. Ahora sigo junto a los canales, pasando por algunos lugares donde la
vegetación impide circular con facilidad, así como distinguir
las hermosas flechas amarillas, por lo que, con frecuencia, he de parar para
separar las zarzas y poder continuar. Llego a Calzadilla de Tera y poco
después, a Olleros de Tera.
Tras
superar éste, elijo la opción del carreterín que me lleva
hasta la presa, ya que el camino que pasa por el Santuario no es propicio para
bicicletas. Me encuentro con un viejo paseando y me comenta que se ha encontrado
con un chico y una chica extranjeros, por lo que deduzco que son los mismos
que han compartido albergue conmigo la pasada noche. Ya en el Pantano de Nuestra
Señora de Agavanzal, me llaman ¡ MANUEL ! y al volverme
observo que son ellos; me vuelvo y hacemos un alto en el camino y charlamos,
deseándonos suerte y buen camino.
Continúo
el camino bordeando el pantano, con lugares de ensueño, ya que voy dejando
a mi derecha pequeñas calas que forman playas rodeadas de encinas que
invitan al baño, al no ser por la hora tan temprana. Poco después
llego a Villar de Farfón, y tras dejar atrás el pueblo,
el camino se vuelve complicado, ya que las hierbas cubren toda la senda. Poco
antes de entrar en la siguiente población, llego de nuevo a la convicción
de que soy completamente "masoca". Resulta que pudiendo entrar
en el pueblo por la carretera nacional, decido seguir las flechas y tras cruzar
un puente de hormigón y rodear los pilares del puente de la nacional
llego a lo que,la Ruta del Camino Fonseca, describe como "una bonita
subida", pero que con una bici cargada hasta los topes, en mi pueblo le
llaman "un caletón", entrando por fín en Rionegro
del Puente.
Son
las 11horas y 15 minutos, y decido parar a tomar un café; busco la tienda
donde, según la guía de Fosnseca, un miembro de la Cofradía
de Ntra. Sra. de la Carballeda, de los Farrapos o de los Falifos, me sellarian
la credencial con el sello de la hermandad, pero dicha tienda, al parecer, ya
no existe, por lo que me la sellaron en la iglesia de Santiago. Sigo mi camino,
siempre en ascensión, para llegar sobre las 12 horas y 15 minutos a Monbuey.
Aquí observo que las chanclas las he perdido, por lo que, en una pequeña
tienda compro unas y un carrete de fotos. Hago una foto a la torre de la iglesia
de la Asunción, ya que es muy original, y mientras la hago, se me acercan
un par de chavales atraídos por la bici y mantego un rato de charla con
ellos, y en seguida, en marcha de nuevo.
A partir
de aquí, el terreno se endurece; yo pensaba estar sobre las 15horas y
30 minutos en Sanabria, pero el terreno me devuelve a la realidad. Los pueblos
están muy cercanos, y sin apenas servicios (ni bares ni nada). Primero
llego a Valdemerilla, Cernadilla, donde, al acercarme a su iglesia, se
me acercan un par de crios de 6 y 3 años, que me entretienen un rato
con sus inocentes conversaciones; les digo que tengo una hija llamada María
y que tiene también 6 años. Al rato sale la abuela, con la que
al parecer, pasan unos días de vacaciones. Poco después llego
a San Salvador de Palazuelos, donde subo a la torre de la iglesia por
la escalera exterior, y al bajar recibo la llamada de mi amigo Miguel,
que me entretiene un rato con su conversación. Al ponerme en marcha,
se me acerca un muchacho, y me cuenta que es aficionado a la bicicleta de montaña,
y que ha hecho la Transpirenaíca. Al preguntarle por un lugar
donde comer, me dice que allí no hay; al interesarme por el camino que
me espera, me comenta que casi todo es cuesta abajo, y con sombra, por lo que
me da bastante alegría (ya llevo en las piernas 48 km.), pero la cuesta
abajo solo duró un par de km. Enormes subidas, alguna bajadita y el tiempo
corriendo y yo pensando dónde podría comer.
Llego
a Entrepeñas, y allí tampoco hay nada; de hecho, desde
Mombuey hasta Entrepeñas, me he encontrado solo con cuatro personas (
los dos niños y la abuela de Cernadilla y el chico en San Salvador).
Por fin llego a Asturianos que se encuentra en la N-525, y allí
encuentro varios bares donde comer. Tras un rato de descanso, de nuevo en camino.
A pesar de que puedo continuar por carretera hasta Sanabria, decido continuar
por camino y en subida llego a Remesal. A partir de aquí el camino
se hace mas llevadero y llego a Otero de Sanabria, Triufé, y por
fin, a Puebla de Sanabria.
Aquí
me acuerdo de un fandango que cantaba mi padre, ya que para poder llegar a la
Plaza, te has de pegar una subida de narices:
Castillejos te comparo,
con
el culo de una taza,
too
se vuelve cuesta arriba
hasta
llegar a la plaza...
Por
fin llego a la plaza sobre las 17 horas, y me dedico a visitar el castillo,
la iglesia, y los alrededores, sello la credencial y, a pesar de que tenía
pensado hacer noche aquí, visto la hora que es y teniendo en cuenta la
dureza de la etapa de mañana, decido continuar el camino y adelantar
algo de la próxima etapa, continuando hasta Requejo.
Al principio
se sale por carretera, para después tomar un camino que sale a la izquierda.
Decido seguirlo a pesar de que podía seguir por la carretera y, al cabo
de un rato, llego a una zona que bordea un río por donde es imposible
montar en la bici, por lo que, empujandola, continuo como puedo hasta que el
camino vuelve a juntarse de nuevo a la carretera, haciéndose más
llevadero. Ya cerca de Terroso, la ruta abadona la proximidad de la carretera,
y vuelvo a dudar si seguir por la carretera (quiero llegar pronto para buscar
alojamiento) o adentrarme en el camino. Hago esto último y el camino
atraviesa zonas realmente bonitas aunque con una señalización
algo defectuosa ya que las flechas amarillas escasean. Llego a la bonita iglesia
de Santiago el Terroso y decido entrar (está abierta y unas personas
están preparándola pra la misa dominical) a rezar un rato al apostol.
Al despedirme de aquellas personas, me recomiendan que prosiga por carretera,
ya que solo hay un par de km; pero el "masoca" aún no
ha tenido bastante y decido seguir por camino.
Entro
en Terroso, paso un crucero y me introduzco en zonas totalemente cerradas
por la vegetación, verdes, preciosas, y subidas por zonas cerradas y
con cuestas muy muy duras, edamás de una abundancia inusitada de mosquitos.
Después una falta perocupante de señales, pero la intuición
funcionó y llego sobre las 19 horas y 30 minutos, aproximadamente, a
Requejo. Pregunto y me mandan a la casa-tienda del alcalde, y como no
se encuentra allí, su esposa me remite al estanco del alguacil. Éste
me indica la localización del refugio. La verdad es que, a pesar de que
se ha de estar agradecido por la hospitalidad, es un poco "cutre",
por llamarle de algún modo. Creo que con muy poco se podría adecentar
mucho. Por lo tanto, decido buscar un hostal, pero los del pueblo están
todos llenos, pero me indican uno que se encuentra a un par de km por la carretera
nacional, y allí encuentro cobijo.
Ducha,
colada, y me tiendo en la cama a escribir un rato el diário; hago algunas
llamadas telefónicas (mi hijo Javier se ha ido a pasar el fin
de semana a la playa con sus amigos, e Inma, mi mujer, está preocupada)
y al rato a cenar (unas buenas truchas) y a las 22 horas estoy de nuevo en la
habitación terminando el diário y a dormir que mañana me
espera una muy dura jornada.