Prólogo

            Hola amigos, me llamo Manuel A. Villegas Ojeda, tengo 49 años de edad y una afición sobre todas, montar en bicicleta de montaña; vivo en Paterna del Campo, un pueblo de la provincia de Huelva, donde estoy casado y con tres hijos, y donde ejerzo como maestro de Ed. Secundaria.
            Desde el año 2000, andaba dándole vueltas a la idea de hacer el Camino de Santiago en bici. La idea me surge al leer en la revista bike a fondo, un artículo sobre el camino francés, y ya empiezo a leer todo lo que cae en mis manos sobre el tema. Posteriormente, en la misma revista, vuelve a aparecer otro artículo, éste sobre la Vía de la Plata y, la idea se renueva. Es más, mi interés por hacer esta ruta, se hace preferente, ya que me ilusiona llegar hasta Santiago desde mi propia casa. Tal es así, que empiezo a proponer la idea en el seno deli club ciclista al que pertezco, "El Cañoñazo"; hablo con Miguel, con Antonio Guzmán, con Carlos, con Eduardo, etc, y la idea va tomando cuerpo en mi mente, aunque no consigo atraer a los compañeros, a pesar de mi interés en contar con Miguel y Carlos, sobretodo.


            El día 6 de Enero de 2004, día de Reyes, charlando con Inma, mi mujer, me preguntó:
             - Manolo, ¿qué deseas que te regale?
            Y, tras pensarlo un poco, le contesté:
            - Que me firmes un papel.
            - Antes de firmar quiero leer el papel, que no me fío de ti. Me contestó.
            Me fui al estudio, y rápidamente redacte en un folio el siguiente texto:

            " Por la presente doy mi conformidad para que mi marido realice el Camino de Santiago en la primera quincena del mes de julio del presente año, y me comprometo a no ponerle ningún tipo de obstáculo para dicha empresa.

            Paterna del campo a 6 de Enero de 2004"

            Cuando le presenté el papel, y lo leyó, me miró sonriendo, y cogiendo el bolígrafo que le tendía, lo firmó.
            Me sentía tan feliz con mi regalo de reyes, que no perdía ocasión de enseñarlo, sobre todo, a los componentes del club, a cada uno de los cuales, se le ponía los dientes largos.
            A partir de entonces comencé a recabar información, sobre todo a través de internet, buscando libros y guías, entrando en foros, con dos fines: buscar posibles compañeros y recabar información de personas que ya hubieran hecho el camino.
            Por otro lado, me preocupaba mucho la preparación física. Temía enormemente que tuviera que volverme a casa a mitad de la ruta, ya que sería difícil volver a dejar la familia (mujer y tres hijos) otro año, para poder terminarla. Yo sabía que podía hacer 80 o 90 km al día, ya que vengo haciendo sobre 5000 km al año; lo que me preocupaba eran dos cosas:


            1.- Nunca había montado en bici con alforjas y más de 20 kg de peso.
            2.- Nunca había montado 14 días seguidos a razón de 80 o 90 km al día.


            Por lo tanto me preparé un minucioso plan de trabajo para los meses de Marzo, Abril, Mayo y Junio y que no cumplí. Por lo tanto seguí saliendo con los compañeros del club todos los martes, jueves y fines de semana, que podía.

            Otro factor a tener en cuenta, es que mi mujer no quería que fuese solo, por lo que se volvió una necesidad el buscar compañero. Entraba en los foros y dejaba mensajes con la esperanza de encontrar a alguien, pero pasaban los meses y no encontraba a nadie. Entre los compañeros del club, al principio Carlos estaba interesado, pero después tuvo que desistir, y por último, Peinado, Leal y Antonio Jesús estuvieron muy cerca de acompañarme, pero no conseguimos ponernos de acuerdo en la manera de hacerlo, por lo que, llegado el día, salí solo. A mi familia la convencí diciéndole, que durante el camino encontraría compañía, aunque yo sabía que la vía de la Plata no es el camino Francés, sino que es muchísimo más solitario, y por lo tanto, encontrar esa compañía no iba a ser fácil. Y así fue. Yo pasé muchos días en que no vi a nadie en el camino, aunque en los albergues, si que coincidía con peregrinos a pie. En bici, coincidí en Castilblanco con cuatro mallorquines, dos chicos y dos chicas ( un saludo para ellos), que iban en pareja, por lo que no parecía buena idea unirse a ellos, y en Casar de Cáceres, con una chica (Mónica, un saludo) que iba haciendo el camino por carretera, por lo que nuestros intereses no coincidían. Por lo tanto, lo hice solo.

            Y llegó el esperado día 1 de Julio de 2004 y con una enorme ilusión y, porqué no decirlo, con un cierto grado de nerviosismo, que me hacía sentir una desazón en la boca del estómago, me puse en marcha.

            La soledad es cierto que endurece el camino, ya que son muchas horas en que no hablas con nadie y, sobre todo, se hace más duro cuando llegas a las grandes ciudades y ves el bullicio de las gentes, grupos de personas charlando, y tu solo con tus pensamientos. En esos momentos, el teléfono móvil no tiene precio. A mi se me hizo tan dura la estancia en Salamanca, que a partir de entonces no paré en ninguna otra gran ciudad, a excepción de Santiago, donde la soledad se hizo de nuevo patente. Llegas a la Plaza del Obradoiro y ves llegar montones de peregrinos, charlando entre si y alegres por haber llegado, y de nuevo la soledad se hace muy dura.

            Sin embargo, también tiene sus ventajas. Así, por ejemplo, nadie te impone su ritmo de pedaleo, paras cuando quieres y donde quieres, y sobre todo, tienes mucho tiempo para pensar y meditar sobre aquellas cosas que, la rutina diaria de la vida, no te permite reparar en ellas.

            A mi, no me fue nada mal; no tuve ni una sola avería mecánica en la bici, el portabultos y las alforjas, de lujo, varias caídas sin importancia y una que se saldó con unos rasguños en la rodilla y poco más (todas ellas ya en Galicia) y cuatro pinchazos, uno de ellos en la rueda trasera y en medio del campo, por lo que montar la rueda, una vez reparada, con el peso de las alforjas y solo, era casi imposible, pero el Apóstol en forma de señor en coche, me ayudó a hacerlo rápidamente.

            Otro factor importante a tener en cuenta, es la señalización. Yo no he hecho el camino Francés, pero parece que no tiene nada que ver con éste. Aquí me encontré con una gran cantidad de cruces sin señalizar. Yo me perdí varias veces, pero la mayoría fue por no ver las flechas amarillas que si existían. Otras muchas veces, perdí el camino para reencontrarlo después de rodar por diferentes caminos. De todas formas, hay que ver la alegría que da encontrar las dichosas

                                               
            Hay que ver el trabajo que cuesta descubrirlas en las primeras etapas, y lo fácilmente que las descubría en las etapas finales. La verdad es que uno las encuentra en los lugares más insospechados.

             Bueno, espero que lo que encuentres en estas páginas, puedan servirte de ayuda si tu interés es hacer el camino, y si no, te hagan pasar un rato interesante y ameno, y, tal vez, despierten en ti el interés por hacerlo. Mi experiencia me permite decirte, que es una de las experiencias más gratificantes que he tenido en mi vida.

 UN SALUDO Y BUEN CAMINO.

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