Tras pasar por San Pedro de Rozados (donde comí un jamón y unas chacinas riquísimas en el bar Moreno) y Morille, con viento fuerte en contra y con bastante frío, llego a Salamanca. En la foto, la casa de las conchas (oficina de turismo), donde una chica me hizo la foto, y que si se descuida un poco, casi no se me hubiese visto de tanto como se alejó. Después se ofreció a guardarme la bici mientras yo entraba a recabar información. Por cierto, un cero patatero y puñetero al Ayuntamiento de Salamanca, ya que en su inmensa ignorancia, no abren el albergue hasta las 5 de la tarde, con lo que los peregrinos, que como yo, lleguen antes de esa hora, han de cargar con el equipaje, la bici, y sin poder ducharse durante la visita a la ciudad.